Al llegar a su lugar de destino, decenas de pasajeros descubren que alguna pertenencia de valor ha desaparecido del interior de su equipaje
Han sido víctimas del «crimen perfecto», un robo sin testigos que algunos empleados del aeropuerto cometen en la bodega de los aviones
Lo llaman el «crimen perfecto» y se ha puesto de moda en el aeropuerto de Barajas. Sus autores son algunos de los empleados que trabajan el handling de las compañías aéreas, exactamente los encargados de subir el equipaje a los aviones. Conocedores de los entresijos del funcionamiento aeroportuario, han encontrado una mina fraudulenta en el interior de las maletas. Abren los equipajes poco antes del despegue y cogen rápidamente las cosas que encuentran de valor. Lo hacen en las bodegas de las aeronaves, lejos de las cámaras de seguridad y la vigilancia de la Guardia Civil. Su botín preferido son los objetos de electrónica de última generación, como las cámaras y los GPS, aunque tampoco hacen ascos a cualquier cosa que pueda ser vendida, desde CD de música hasta ropa de seda.
Los delincuentes saben que robar en el aeropuerto de Barajas no es fácil. Sus 4.000 hectáreas están controladas por más de 4.000 cámaras, y la vigilancia se extrema en los patios de carros, zonas de movimientos restringidos que son responsabilidad de la Guardia Civil. Cada paso registrado en las pistas es custodiado permanentemente pero, por mucho que lo intentan, a los agentes de seguridad les cuesta dar con estos ladrones.
«Los pasajeros no pueden demostrar que el objeto que les falta lo habían metido en la maleta, ni siquiera aunque posean las facturas de los mismos», dice una fuente policial.
Periódicamente, las compañías, junto con la Guardia Civil y el personal de Aena, efectúan seguimientos de equipajes, pero con escasos resultados. «Es difícil controlar un territorio en el que transitan cerca de 43.000 personas», aclara un importante cargo de una aerolínea, «pero por mucho que haya sospechas, sólo se producen despidos discretos. Si hay gente que no se identifica con la empresa y se dedica a robar, puede hacerlo y lo hará, por mucho que la gente ponga candados o embale las maletas», dice pesimista.
La predilección de los ladrones por actuar en las tripas de los aviones es puramente práctica. Cuando las maletas llegan allí, ya han sido analizadas por la Benemérita, y su destino depende únicamente de los maleteros de cada compañía. Los bultos más golosos pertenecen a los pasajeros que viajan en primera clase, y no sólo porque se le presuponga más valor a su contenido, sino porque suelen ser los primeros en entrar en la bodega del avión. Los ladrones tienen por tanto un tiempo mayor, de 15 a 20 minutos, para hallar algo interesante en su interior. Una vez lo encuentran, cierran cuidadosamente la maleta para que no haya ningún detalle que revele el hurto hasta que el afectado llegue a su destino, como le pasó hace dos semanas a José de la Torre.
Este ejecutivo de una multinacional de productos informáticos viajó a Las Palmas por asuntos de trabajo. Partió del aeropuerto de Barajas y disfrutó de un trayecto placentero, sin nada que objetar hasta que puso sus pies en el hotel. Cuando abrió la maleta que había facturado se dio cuenta de que algo fallaba. No es que le hubieran robado. Es que le habían dado el cambiazo. Alguien le abrió la maleta y se quedó prendado por sus zapatillas Adidas de la talla 40. Ni corto ni perezoso, el ladrón se hizo con ellas y las sustituyó por un par de botas Fal Security de puntera reforzada de la misma talla.
«Lo que más me preocupa es que me han abierto la maleta. Esos caraduras, en vez de unas botas, me podrían haber metido algo más peligroso, como droga. Es una violación de mi intimidad, algo muy grave y un riesgo monumental. Porque si a mi me meten algo ilegal después de facturar y luego me para la Policía en el aeropuerto de destino, ¿cómo explico yo que eso no es mío?», se queja el afectado.
El problema con el que se encuentran los pasajeros, en cambio, suele ser el contrario. Cuando las personas se dan cuenta de los objetos sustraídos y acuden a denunciar el hecho, se han sumergido de lleno en un vacío legal. Las compañías aceptan reclamaciones por tardanza en la entrega de equipaje y por el extravío, deterioro o pérdida del mismo. Pero nada más. Si falta algún objeto dentro se acogen a las declaraciones especiales de valor, que casi ningún pasajero rellena.
Los viajeros deben cumplimentar entonces un Formulario de Irregularidad de Equipaje (PIR) pero eso no les asegura nada. El Convenio de Montreal y los anexos del Reglamento Europeo permiten que las empresas no tomen medidas legales «por falta de contenido». Tampoco sirve dirigir las quejas a Aena. Esta responde que no «es su problema» y señala a Aviación Civil, que finalmente dirige al afectado hacia la comisaría más cercana. Allí mueren la mayor parte de casos por falta de pruebas. Fruto de la desesperación, los pasajeros afectados ya han comenzado a movilizarse y muchos planean asociarse y presentar denuncias conjuntas.
MERCADO NEGRO EN LAS TERMINALES
Móviles, cámaras digitales, Mp3... En el aeropuerto de Barajas se pueden comprar todos estos objetos sin tener que acudir a las distintas tiendas que operan en su interior. Sólo hace falta tener acceso a los traficantes de objetos robados, quienes han desplegado un auténtico mercado negro en las terminales.
«A mí me han ofrecido varias veces cosas usadas a un precio bastante razonable. Y aquí nadie es tonto y sabemos de dónde pueden venir porque siempre las ofrece la misma gente», explica una trabajadora de Newco, la empresa que efectúa el 'handling' para Spanair.
Para funcionar, este mercado cuenta con las aportaciones involuntarias de pasajeros como Esther Marina. Antes de llegar a sus manos, su equipaje quedó un día y medio varado en la T-2. Tiempo suficiente para que le robaran objetos por valor de 1.700 euros.
«Lo más alucinante es que aparte de las cosas de valor, me quitaron tres videojuegos que tenía dentro de una zapatilla y una colonia, que sacaron de la caja dejándome el envoltorio», asegura Esther. Esta selección no resulta aleatoria.
Según fuentes aeroportuarias, estos dos objetos son, junto con los ordenadores portátiles, los productos estrellas del mercadillo, que suele resurgir con fuerza en fechas navideñas.
Descuideros grabados 'in fraganti' La Policía ha resuelto más de 70 delitos y detenido a 43 personas en los últimos meses gracias a las más de 5.000 cámaras de seguridad que vigilan el aeropuerto
En el aeropuerto de Barajas no se producen muchos robos en las zonas públicas. Sobre todo, teniendo en cuenta que a diario hay cientos de miles de personas. Pero algunos sí que hay. En la T-4 todo está lleno de cámaras de seguridad, hasta el punto de que se puede seguir a una persona desde antes de que entre en el aeropuerto hasta que se monte en su respectivo avión.
El grupo de Policía Judicial de la comisaría del Puesto Fronterizo Barajas ha conseguido resolver más de 70 delitos en los últimos tres meses sólo gracias a las cámaras de seguridad, que se controlan desde el llamado CGA (Centro de Gestión Aeroportuaria). Allí se vigila con más de 5.000 ojos repartidos hasta en los rincones más inverosímiles.
Casi todas las denuncias que llegan a la comisaría del aeropuerto son por hurtos. La media que registran puede rondar los tres diarios, que es más bien poco en un lugar con tanto movimiento.
A través de los objetivos se han resuelto varios, sobre todo si el denunciante se acuerda de dónde le sustrajeron su bolso, la cámara, la maleta... porque entonces se encuentra más rápido la imagen del delito.
Además, los agentes de la Policía Judicial de Barajas conocen a muchos de los carteristas y descuideros que trabajan allí. «El problema es que ellos también pueden conocernos a nosotros», apuntan fuentes de la comisaría. Sin embargo, se les escapan pocos ladrones.
En las imágenes de las grabaciones se observa la manera de trabajar de estos cacos. Siempre se van haciendo los remolones hacia su víctima, hablan mucho por el móvil como para disimular, y cuando actúan lo hacen en muy pocos segundos. «Muchas veces tienen un cómplice que ayuda a distraer a la víctima», explican los agentes.
De hecho, en una de las grabaciones se observa cómo un hombre roba a otro en un mostrador de facturación de la T-4. En apenas dos segundos, desaparece con la bolsa de mano y se va hacia la derecha. En un instante, la víctima se da la vuelta y se percata de lo ocurrido.
Mira hacia donde ha huido el ladrón, pero entonces aparece un hombre y, a juzgar por sus gestos, le dice que él lo ha visto todo y le indica que el ladrón se ha marchado hacia el lado opuesto. La complicidad salva al descuidero.
Otro ejemplo es el de las imágenes de esta página: un carterista roba la bolsa a un hombre que va a alquilar un coche en la T-1. Nada más conseguirla, se gira y la mete dentro de otra más grande que tiene preparada su cómplice. Pero todo está grabado.
Los agentes del aeropuerto también han resuelto fraudes al seguro gracias a las cámaras. «Hace poco tuvimos un caso de un hombre que se había dedicado a poner falsas denuncias por robo en varias comisarías de Madrid -recuerda uno de los agentes-. Cuando vino al aeropuerto contó una historia de que le habían dado un tirón desde un taxi, le habían arrastrado varios metros y le habían robado. En las imágenes se ve cómo llega en taxi al aeropuerto, vestido impecable, nadie le roba y se va directo a poner la denuncia».
Como este caso, los policías han resuelto varios en los últimos meses. Entre hurtos y fraudes, han detenido a 43 personas, según explicaron ayer a este periódico.
La Policía logró gracias a las cámaras recuperar libros por valor de 410 euros, una cámara de fotos digital, una pulsera de oro valorada en 2.500 euros, un reloj, tres ordenadores portátiles, dos teléfonos móviles, 5.160 euros en efectivo, diversa documentación falsa y gran cantidad de efectos personales, informa Efe.
Aparte de las cámaras, los agentes de Seguridad Ciudadana patrullan constantemente por las terminales, sobre todo en la T-4. Hacen seguimientos, vigilan vestidos de paisano e identifican a los sospechosos. Muchos carteristas ya son habituales, porque se toman el hurto en Barajas como una profesión, y van todos los días hasta que se queman, es decir, son tan conocidos que tienen que cambiar su lugar de trabajo.
Pero los delitos nunca se acaban, porque como cometen hurtos, aunque les detengan no suelen ir a la cárcel y reinciden a diario. Entre los detenidos también hay personal del aeropuerto, donde trabajan más de 42.000 personas, pero los empleados son casi siempre arrestados por drogas o asuntos de inmigración.
(texto extraido de internet)
Cordobess@ Opina:
En un blog de un compañero vi tambien este video el cual demuestra lo facil que resulta abrir una maleta aunque lleve el candado puesto...jamas hubiera imaginado abrir una maleta asi.
A mi me ha sucedido, siendo la Mujer despistes, la perdida de la llavecita. Y madre mia para romper el candadito...pues bien...los ladrones son mas listos...no rompen nada, pasan desapercibidos y encima tu crees haber perdido u olvidado lo que te falta, obsrven el video y opinen:
1 Comentarios:
gran aporte gracias pero hay que reconocer que algunos son muy malos o torpes robando maletas.
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