
Son varias las formas o modalidades de interrupción que una pistola puede sufrir durante una sesión de tiro, y también son varios sus motivos u orígenes. Por tanto, existen diversas formas de solventar las trabas y devolver al arma a situación de fuego. Las trabas se pueden dividir o estudiar según su origen. Principalmente, se deben a fallos mecánicos del arma, fallos en la alimentación o fallos de la munición, si bien, algunos de esos fallos pueden ser causados directamente por la acción del tirador. Cuando el fallo está en una avería del arma, será muy difícil alcanzar una rápida resolución, incluso si se produce durante el entrenamiento. Más complicado será en mitad de un enfrentamiento armado real. No obstante, con un buen entrenamiento guiado por un profesional la traba se podrá solucionar con cierta diligencia, no tanto la avería del arma.
La inmensa mayoría de veces, las interrupciones del arma durante una secuencia de tiro son provocadas por la munición; por una mala alimentación del arma, -a veces, como ya se dijo, propiciadas por el usuario- o por una mala expulsión de la vaina, causada generalmente por problemas del cartucho. En este mismo artículo veremos las deformaciones o alteraciones que se producen en la munición por una mala praxis del usuario.
Acerrojamiento incompleto
La interrupción más sencilla de solucionar durante la secuencia de tiro puede que sea la que llamaremos de acerrojamiento incompleto. Este mal acerrojamiento se produce casi siempre que el tirador acompaña la corredera en su recorrido de avance cuando se alimenta la recámara. Para evitarlo, los instructores suelen hacer hincapié en que la corredera se debe dejar avanzar con toda la fuerza que le proporciona el muelle recuperador. El mecanismo que interviene en este caso es el interruptor o desconector de disparo, el cual, al estar la corredera parcialmente abierta, impide que se pueda producir el disparo. También un débil empuñamiento, principalmente de la mano fuerte, podrá favorecer que se produzca un mal acerrojamiento.

La munición en mal estado y con poca fuerza o poca carga de proyección también puede originar este tipo de interrupciones. Cuando el cartucho disparado carece de potencia, no aporta suficiente energía a la corredera para que alcance su posición más retrasada y por ello no regresará a la posición de cierre con toda la fuerza que se precisa. Cuando se produce esta traba, la recámara queda entreabierta y deja ver la parte trasera del cartucho, quedando alimentada la recámara de forma incompleta. Para dejar el arma en condiciones óptimas de disparo, basta con dar un seco y brusco golpe sobre la parte trasera de la corredera. Si el arma tiene martillo externo, será mejor golpear la zona más alta de la corredera, cerca del alza. Conseguiremos así que la corredera avance unos milímetros y complete el cierre de la recámara. El golpe se debe aplicar con la palma de la mano débil y en dirección desde el alza al punto de mira. Seguramente, sobra decir que para esta maniobra lo primero que hay que hacer es extraer el dedo del arco guardamonte, o sea, que el dedo no esté en contacto con el disparador. Esto no solo sirve para estos casos, sino para todas aquellas situaciones o manipulaciones en que no exista inmediata intención de disparar. Si no se consigue obturar el arma, tras dos intentos yo recomiendo lo siguiente: extraer el cargador, tirar de la corredera para extraer el cartucho o vaina que se aloje en la recámara, volver a introducir otro cargador, o el mismo que hemos extraído (si tuviera suficiente munición) y volver a montar el arma.
Fallo de disparo
A veces, con las prisas y los nervios en los entrenamientos se produce una mala introducción del cargador en su alojamiento. En este caso, cuando la corredera avance para alcanzar la obturación, no podrá arrastrar hasta la recámara al primer cartucho que asoma por los labios del cargador. Por ello, tras cerrarse la corredera y presionar el disparador, no se producirá disparo alguno. Otra incidencia muy similar a la referida

Otra “modalidad” de fallo de disparo podría ser aquella en la que se presiona el disparador, y aún estando el cartucho en la recámara y el cargador bien introducido, no se produce el disparo. En estos casos el problema puede venir por defectos en el cartucho o por avería en el sistema mecánico de disparo del arma. En el segundo supuesto, la resolución será harta complicada in situ, pues se requerirá casi siempre de la intervención de un mecánico de armas, amén de precisar de piezas nuevas de recambio. Si por el contrario nos encontramos con un problema en el cartucho, la resolución de la traba será rápida y sencilla. En este caso bastará con tirar hacia atrás de la corredera y dejarla avanzar. De este modo conseguiremos extraer el cartucho defectuoso que alimenta la recámara, y a la par la volveremos a alimentar con el cartucho que ocupa el primer lugar en el cargador.
Fallo de expulsión
Esta traba se produce casi siempre por un mal estado de la carga de proyección del cartucho o por

En todos estos casos será muy fácil y rápido solventar la interrupción. Una vez detectado el problema, sólo habrá que girar el arma hacia el lado de la ventana de expulsión, facilitando así la caída de la vaina. A la vez que se hace el giro, habrá que tirar hacia atrás de la corredera. Tras ello, y al avanzar nuevamente hacia delante la corredera, se introducirá un nuevo cartucho en la recámara, (siempre que quede al menos un cartucho en el cargador). Un agarre débil, suave, o flojo del arma, provoca también la no alimentación. En este caso, tras disparar con esa mano-muñeca “floja”, la vaina del cartucho disparado podrá quedar en modo “chimenea” o similar, interrumpiendo el avance de la corredera. Por consiguiente, quedaría impedida la nueva alimentación de la recámara.
Doble alimentación

La maniobra o manipulación que devuelve el arma a situación de fuego es la más laboriosa de cuantas hemos analizado en este artículo, máxime durante la dinámica de un enfrentamiento. Una vez detectada la traba, debemos extraer de un tirón y con la mano débil el cargador. Tras ello, hay que tirar de la corredera con energía. A la par que se hace lo anteriormente descrito, se debe girar el arma lateralmente hacia el lado de la ventana de expulsión. Efectuada esta maniobra, el cartucho o vaina que ocupaba la recámara habrá caído al suelo y podremos introducir nuevamente el cargador. Ya solo restará volver a montar el arma para que el primer cartucho, que asoma por los labios del cargador, sea introducido en la recámara por el arrastre de la corredera.
Con el entrenamiento adecuado se aprende un “truco” que ayuda a mejorar la devolución, con más garantías,

Estas manipulaciones se pueden hacer con bastante rapidez, pero requieren de entrenamiento guiado por un Instructor avezado. En situación real de confrontación armada será bastante más dificultosa la maniobra. A veces, lo que en el campo de tiro resulta fácil y cómodo de ejecutar, en el momento del “a vida o muerte” puede que sea imposible llevar a término.

Esta técnica es una eficaz y rápida forma de solventar con garantías casi todas las interrupciones que hemos desmenuzado en este artículo, a excepción de las de doble alimentación y acerrojamiento incompleto. Es cierto que cada tipo de interrupción posee una manera “directa” de ser solventada, pero esto requiere que el tirador advierta ante qué modalidad de traba se encuentra. Advertirlo de modo claro conlleva tiempo. En un entrenamiento se podría hacer, pero es un lujo que no siempre podremos permitirnos en una acción real.
El nombre de la técnica TRB nace del sonido que provocan las siguientes maniobras: Golpe a la base del cargador (Tap); Tirar de la corredera hacia atrás para expulsar una vaina o cartucho alojado en la recámara, o una vaina atrapada en la ventana de expulsión, y la liberación de la corredera, para que alimente nuevamente la recámara con otro cartucho (Rac); y finalmente, el sonido del disparo que pretendíamos y que la traba impedía (Bang). La filosofía de esta técnica consiste en que, en el momento que se accione el disparador y no se produzca el disparo, el tirador, aún sin saber la causa concreta de la interrupción, golpee el cargador hacia arriba, por si se trata de una mala alimentación por incompleto alojamiento del cargador; arrastre de la corredera y posteriormente la libere; y finalmente, siempre que no estemos ante la doble alimentación o un incompleto acerrojamiento, se produzca el disparo.

Todos los supuestos que se han descrito son fácilmente reproducibles durante el entrenamiento, bien en tiro en seco o bien en fuego real dentro de la galería de tiro. Para ello se deben usar cartuchos dummy o aliviapercutores, los cuales debidamente mezclados con cartuchos reales dentro del cargador, provocarán trabas en la secuencia de tiro. El empleo de cartuchos de fuego real cargados débilmente también provocará interrupciones.
Cartuchos modificado
No son pocas las ocasiones en que detectamos problemas de alimentación en las pistolas de nuestros compañeros de trabajo, estando motivadas, en este caso, por defectos físicos de algún cartucho. Casi siempre esos cartuchos serán el primero o el segundo de los situados en la “parrilla de salida” del cargador. Quienes trabajan con cartucho en recámara, cosa que recomiendo si se está bien adiestrado y mentalizado, suelen introducir diariamente en la recámara de su pistola un cartucho de los que se encuentra en el cargador. Casi siempre lo harán montando el arma de modo natural. Esta maniobra, tras muchas repeticiones, provoca en los cartuchos, a la larga, y si no son “permutados” por otros nuevos, alteraciones físicas. Básicamente, estos cartuchos pueden sufrir dos tipos de alteraciones: la “elongación” o el acortamiento. La primera corresponde a un aumento accidental de la longitud total del cartucho. La otra forma es la contraria, un acortamiento de la longitud total del cartucho. Con ambas alteraciones se pueden sufrir muy serias interrupciones en la secuencia de tiro del arma.

Para evitar esas “elongaciones” o acortamientos existen varios remedios, pero no entraré a fondo en ellos.

Articulo de Armas.es
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