
Actualmente, la sociedad impone una especie de tabú a la hora de hablar de la vida humana, por lo que, generalmente, nuestros blancos de entrenamiento son abstractos y carecen de los detalles suficientes como para entender dónde o por qué estamos emplazando un disparo. Es muy difícil, por no decir imposible, encontrar blancos de entrenamiento en los que vengan reflejados el cerebro, la espina dorsal, los riñones o las arterias, a pesar de que, verdaderamente, esos son nuestros verdaderos objetivos. Y no la simple silueta negra que no refleja nada. El concepto del emplazamiento del disparo cobrará importancia en el momento en el que busquemos que nuestro objetivo quede incapacitado de forma instantánea, o bien queramos lo contrario.

¿Cómo es de rápida la incapacitación “instantánea?
Casi cualquier impacto de fusil y pistola que penetre en la cavidad craneal matará al individuo. Pero la cuestión es con qué rapidez lo hará. Estamos hablando de cavidad craneal, no de la cabeza en general. Esto es porque cerca de dos tercios de la cabeza están formados por tejidos y huesos que, a no ser que se produzca una herida demasiado seria (metralla, etc.), no se producirá necesariamente una incapacitación instantánea. Pero los proyectiles que alcanzan la cavidad craneal, generalmente llevan a resultados críticos.
El tejido del cerebro es relativamente maleable y líquido, es decir, un medio idóneo para transmitir la cavidad temporal. Como el cráneo es un compartimento sellado, es la única parte del cuerpo humano que puede “explosionar" violentamente como si fuese un tetra-brick de leche que se pisa con fuerza. Esta es una observación gris, pero verdadera. Los disparos precisos, como son los disparos a la cabeza, requieren puntos de referencia muy claros para conseguir los resultados más efectivos y rápidos posibles, más rápidos si cabe que la llamada “incapacitación rápida" que aquí distinguiremos de la “incapacitación instantánea". Pero, ¿qué rapidez tiene esa incapacitación instantánea?

Un disparo efectivo contra el sistema nervioso central (SNC) requiere un impacto en la espina dorsal, sobre la cruz de los hombros, a través del “tallo del cerebro", o en el sistema motor nervioso, situado a los lados de la cabeza. El sistema motor nervioso lo encontraremos aproximadamente 1 centímetro por encima de las orejas, justo debajo de la nariz y en el cuello. El disparo de frente puede causar problemas debido a que los dientes y los diferentes huesos pueden hacer que el proyectil no llegue al punto deseado.

Ahora bien, para asegurarnos debemos centrarnos en la distancia de 300m para abatir cabezas. Más aún, si nuestro disparo va a estar emplazado en la espina dorsal, riñones, hígado, o en el SNC, deberíamos pensar en reducir la distancia teniendo en cuenta que a una distancia de 200m batir precisamente ese tipo de puntos requiere que uno sea un tirador excepcional y que lleve su arma y su munición al límite de sus posibilidades. Tácticamente, si no podemos hacer fuego a 200m para impactar en el SNC del enemigo, se disparará al torso teniendo en cuenta que esto no significa, necesariamente, una incapacitación rápida ni instantánea.
En resumen, y tomando como base todo lo anterior, cada tirador debe ser consciente de su nivel de tiro y adiestramiento y saber y tener en cuenta que, después de una infiltración y de un acecho, las condiciones de tiro o se entrenan o variarán muchísimo. Todo se debe entrenar en los periodos de adiestramiento y no dejar nada a la improvisación. Mientras unos tiradores tendrán como límite para disparar a la cabeza 200m, otros podrán tenerlo a 300 o aventurarse, siempre basándose en pruebas anteriores, a 350, 400 metros, o más.
Colocación de los disparos y sus efectos
Un disparo al centro del pecho del blanco impactará en un “entorno rico en objetivos"", que llevará al enemigo, la mayoría de las veces, a una incapacitación rápida. Se puede observar que la mayoría de los objetivos se encuentran alrededor del centro del torso, incluyendo el corazón con sus arterias, la espina dorsal, justo detrás del corazón, y otros elementos tales como hígado, estómago o riñones, aparte del cuello.


Los impactos en los pulmones son también de interés, aunque no necesariamente causan un sangrado grande o inconsciencia, pero sí causarán dificultades respiratorias que limitarán la movilidad del enemigo, así como un gran dolor que reducirá su efectividad. Por último, los impactos en los huesos causan un dolor tremendo e inmovilidad, pero es bastante difícil impactar en ellos a propósito.
Articulo de Cecilio Andrade
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