El Vega V se aproxima a la costa somalí, donde los piratas guardan su botín, el mayor que han logrado nunca hasta ahora: 28 buques y 664 rehenes. El barco de bandera mozambiqueña, con 24 tripulantes, dos de ellos gallegos , se encuentra dentro del área de actuación de la Operación Atalanta, pero los medios aeronavales de la fuerza antipiratería de la Unión Europea -1.980 militares, 370 de ellos españoles, y más de una veintena de buques y aeronaves- no van a intervenir.
"No sabemos si los tripulantes están bien, porque no conseguimos contactar con el barco. Y no vamos a intervenir porque nuestra experiencia en estos casos es que, cuando nos aproximamos a un barco secuestrado, los piratas amenazan a los rehenes. Y su seguridad es nuestra prioridad", explicó a este diario un portavoz de la Operación Atalanta. "Ahora todo depende de la negociación", añadió.
Los piratas atravesarán ese cordón de seguridad construido con el esfuerzo inversor de nueve países -a España le costó 82,3 millones de euros en 2010- sin ningún problema. Saben que si amenazan con asesinar a algún rehén, las fragatas de guerra no intervendrán, del mismo modo que saben que pocos Gobiernos están dispuestos a asumir la muerte de compatriotas en vez de pagar un rescate.
Los medios de la Operación Atalanta han evitado que muchos ataques terminaran en secuestro. También las ráfagas de ametralladora disparadas por vigilantes de seguridad privada. Pero los piratas nunca habían estado tan fuertes. "Jamás habían tenido tantos barcos secuestrados, es un récord", reconoce un portavoz de la fuerza aeronaval europea. Los 664 rehenes en manos de los corsarios suponen una ingente cantidad de dinero en potenciales rescates, para invertir luego en tecnología y armas para nuevos secuestros. Y los barcos capturados son una herramienta más de trabajo: los piratas los emplean como buques nodriza para atacar más lejos, fuera del paraguas de seguridad de la Operación Atalanta, y con muchas más posibilidades de éxito que desde un simple esquife. De hecho, en noviembre del año pasado los piratas utilizaron un barco secuestrado, el Izumi, de bandera panameña, para abrir fuego contra un buque de guerra español, el Infanta Cristina, cuando este escoltaba al Petra I, un buque de apoyo logístico de la misión de la Unión Africana en Somalia. Era de noche y probablemente los piratas no se dieron cuenta de que estaban disparando a una fragata de guerra. Pero también entonces, para no poner en peligro a los tripulantes del Petra I, los militares los dejaron marchar.
El acoso a la flota española sigue siendo constante. El Albatun II se llevó ayer un buen susto. A las 07.47, según precisó su capitán, divisó un buque nodriza y un esquife. "Pusimos en marcha el protocolo de seguridad y huimos a toda velocidad", relató el capitán a este diario, pocas horas después, ya a salvo. La persecución se prolongó durante una hora, porque los piratas, a unos siete kilómetros de distancia, se negaban a soltar a su presa. No era la primera vez. En marzo del año pasado un helicóptero de la Operación Atalanta impidió que el Albatun II fuera secuestrado por una docena de piratas armados a bordo de un ballenero y dos esquifes. "Casi estamos acostumbrados", reconocía ayer su capitán.
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