El suceso ocurrió junto a la Escuela de las Ingenierías. :: Ñito Salas
La Escuela de las Ingenierías vivió ayer una imagen insólita para un campus universitario. La escena: una pistola en el suelo, un vigilante herido por un golpe en la cabeza y la zona de los aparcamientos tomada por la policía, que detuvo al asaltante. Y los alumnos, alrededor del cordón policial tomando fotos y preguntándose qué había sucedido. Un hombre intentó presuntamente disparar al empleado de seguridad, que lo sorprendió cuando planeaba robar una bicicleta.
Todo empezó en torno a las 17.20 horas en los aparcamientos que separan el edificio principal de Ingeniería Industrial y la Politécnica Superior de los talleres que utilizan estas titulaciones para sus prácticas, una zona poco transitada en estas fechas al ser época de exámenes. Un hombre ajeno a la UMA llegó en un ciclomotor y se acercó al ‘parking’ de bicicletas, que está cerca de la garita de los vigilantes de seguridad del recinto.
Su apariencia descuidada y su merodeo por el aparcamiento sin un rumbo fijo –la policía sospecha que su intención era sustraer una bici– levantó las sospechas de uno de los empleados de seguridad que hacía la ronda en ese momento, que se acercó para identificarlo. Al parecer, y siempre según las fuentes consultadas, el individuo, que iba armado con una pistola, se enfrentó a él. Y se inició un forcejeo entre ambos.
Las pesquisas apuntan a que el sospechoso habría intentado disparar hasta en dos ocasiones contra el vigilante, pero el arma se le habría encasquillado. Finalmente, le golpeó con la culata de la pistola en la cabeza y le ocasionó una brecha en la ceja. Pese a ello, el guarda de seguridad logró reducir al individuo y arrebatarle el arma. Según un testigo presencial, lo inmovilizó con ayuda de unos grilletes e incluso le dio agua mientras esperaba la llegada de las patrullas. Los agentes detuvieron al sujeto y lo condujeron a la Comisaría Provincial, donde el Grupo de Homicidios instruye las diligencias del caso. La víctima, por su parte, fue trasladada a un centro hospitalario para que le curaran la herida.
Pocos en el campus se percataron de lo ocurrido hasta que escucharon las sirenas de la policía. Ignacio González, un alumno de doctorado y con un contrato para un proyecto, que en ese momento se encontraba en los talleres, pudo ver cómo sangraba el vigilante, mientras que su presunto agresor gritaba: «Ha sido sin querer, no pretendía herirlo». González no pudo oír las detonaciones porque el ruido de la maquinaria se lo impedía, aunque sí vio las dos marcas de tiza en el suelo que señalizaban los casquillos.
Su preocupación se deja entrever en la conversación. «Igual que se fue a por una bici, podía haber entrado armado a los laboratorios, y a saber qué habría pasado», declaró González. La misma inquietud manifestó otro grupo de alumnos que se acercó hasta el ‘parking’. «Sin duda, no solo es inquietante, sino desproporcionado robar una bici a punta de pistola; no es para estar tranquilos», apostilló este estudiante.
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