Vacaciones a la vuelta de la esquina y largos períodos de casas deshabitadas. Es ahora cuando crece la percepción de inseguridad en el hogar. A esta sensación no ayuda la subida de robos con fuerza en viviendas o el cambio de perfil del asaltador medio. Lo mejor es equipar la casa con las medidas de protección adecuadas e irse tranquilo.
Quedan pocas fechas para poder disfrutar de las merecidas vacaciones de verano. La mayor preocupación debería ser si ir a la playa o la montaña o si quedarse en la Península o conocer mundo. Desgraciadamente, es en estas fechas cuando se producen el mayor número de robos en domicilios ya que no hay inquilinos que puedan “estorbar” el trabajo de los asaltadores.
Los datos son elocuentes para la temporada de verano. Los delitos contra el patrimonio son el 35% (según datos del último balance sobre criminalidad y delincuencia del Ministerio del Interior) del total de infracciones que se comenten en nuestro país pero. Algunas estadísticas hablan de que se incrementa un 50% el robo a viviendas durante la época de verano. Y la percepción no está alejada de la realidad. Según un estudio de ADT, la gran mayoría de los españoles (80%) cree que en verano aumenta el número de actos delictivos, aunque sólo el 30% adopta alguna medida de seguridad en estas fechas.
La seguridad en el hogar es, por tanto, una parte esencial a la hora de garantizar nuestra tranquilidad durante los días de asueto. Así se evidencia en la venta de sistemas de seguridad, que tradicionalmente aumentan entre un 10-15% durante el período estival, según datos de ADT. Contar con las medidas de protección adecuadas no solo hace que nos vayamos más tranquilos sino que permite desconectar realmente por unos días.
Más importante que lo económico, lo psicológico
Un dato más, para tomar en serio estas actividades, es que más que del daño económico se habla del daño psicológico que sufren todas aquellas personas que han sufrido un asalto con intimidación. El lugar donde más seguro se siente una persona, un 84% de los encuestados según el estudio de ADT, suele ser su hogar y una violación de esa intimidad puede suponer graves trastornos.
Esta línea viene apoyada por los datos del Ministerio del Interior que señalan en su último informe que, a pesar de que los delitos contra el patrimonio han bajado respecto al año anterior, los robos con fuerza en viviendas han aumentado desde los 37,1 hasta los 37,8 por cada mil habitantes. En el anterior informe (2008-2009) esta subida fue desde los 33,2 hasta los 37,1 por cada mil habitantes.
Los asaltantes prefieren la puerta principal como medio primario de acceso a la vivienda. Hay multitud de métodos: desde los clásicos que vemos en las películas, como utilizar radiografías y botellas de plástico cortadas para pasarlas entre el marco y la puerta - si en la puerta no está echada la llave la facilidad para penetrar en la casa aumenta considerablemente – y también se utilizan métodos como romper la cerradura o el bombín de la puerta.
Los balcones y las ventanas de las primeras plantas son otros de los sitios preferidos para entrar en la vivienda. Un ladrón subiendo por una tubería hasta el balcón de la casa puede sonar a película pero nada más lejos de la realidad. En verano la mitad del bloque de vecinos (cuando no son más) se han marchado también de vacaciones con lo que los asaltadores están alejados de miradas indiscretas.
Nuevas prácticas de usurpación: casas marcadas y “okupas”
Hay algunos asaltantes que marcan la vivienda antes de entrar a robar. Son mensajes que se dejan para indicar si la casa está habitada por una persona, si es mayor o si es fácil penetrar en ella. Las marcas se realizan con tiza o con algún objeto punzante tanto en la puerta principal de la vivienda como en la vereda de la entrada o debajo del felpudo o en el timbre. Estas marcas comienzan a ser universales y utilizadas por bandas internacionales.
Otra forma menos corriente, aunque pasa y casi siempre en verano, es la “okupación”. Una familia se va de vacaciones y a la vuelta se encuentra con que su casa está ocupada por otra persona o familia. Los nuevos inquilinos no han pagado nada y se han hecho los dueños de la nueva morada, incluso, cambiando las cerraduras.
La actual coyuntura económica está haciendo que el perfil de los asaltadores haya cambiado también. No van solo a por las viviendas de elevada posición social para hacerse con equipos electrónicos o joyas, sino que, según palabras de la policía, se producen delitos “famélicos”. Quienes cometen este tipo de delitos lo hacen por necesidad de alimento y pueden llegar a ser personas jubiladas o paradas.
¿Cómo protege un hogar? Algunas medidas y soluciones
Junto con la tecnología, los vecinos pueden ejercer un papel importante a la hora de proteger nuestro hogar ya que están alerta porque saben que no hay nadie en la casa. La policía no recomienda que digamos a nadie nuestros planes de vacaciones salvo a los vecinos más cercanos.
Hay medidas que ayudan a dar la impresión de que la casa está ocupada como las persianas a medio cerrar, la ropa tendida o el uso de temporizadores de luz. Pero para tener una sensación mayor de seguridad lo mejor es contar con medidas profesionales contra robos.
¿Qué tecnologías podemos instalar? Cuando no estamos en casa, el más habitual es el sistema anti-intrusión. Siempre que alguien entre en nuestra casa de forma no deseada, se detecta y se envía la señal a una central receptora de alarmas. La última novedad en este sistema es la posibilidad de tener módulos de escucha e imagen. Los fotogramas grabados se mandan a la Central Receptora y estos comprueban si es una amenaza real o no.
La amenaza puede llegar en un momento que estemos en casa y para ello podemos contar con sistemas de infrarrojos. Son contactos magnéticos que se ponen en las puertas y se conectan entre sí vía radio. Si alguien intenta traspasarlos se activa una señal acústica.
De todas formas, y antes de instalar cualquier medida, es recomendable que venga el proveedor de seguridad para examinar las zonas vulnerables de la casa y así hacer un informe con los hábitos de la familia y los sitios de más riesgo para hacer un sistema a la medida.
Pero vayamos a un caso concreto. Hay que tener en cuenta que vivir en un chalet o casa aislada es el principal motivo (71% de las opiniones) que nos condicionan habitualmente a la hora de proteger nuestro hogar, seguido de la presencia de hijos en el hogar” (68,6%) y abandonar temporalmente la residencia habitual por vacaciones.
Entonces ¿qué soluciones hay para proteger una vivienda unifamiliar en verano? Las soluciones de seguridad para una vivienda dependen de su tipología. Si pensamos en un chalet con zona ajardinada, la protección más completa consistiría en varios niveles de seguridad según diferentes particiones (perimetral, jardín, zonas del interior de la casa, etc.) que permiten ser conectadas o desconectadas según hábitos o necesidades.
En primer lugar, y tras un estudio previo del terreno, se podría instalar una barrera perimetral fotoeléctrica –de infrarrojos- o microondas –ondas que cubren zonas más amplias-, para evitar el acceso al jardín. El sistema puede estar conectado con cámaras ubicadas en puntos estratégicos que, además de detectar y grabar cualquier intrusión, ejercen un efecto disuasorio.
Para alertar del acceso al interior de la casa se pueden instalar diferentes tipos de detectores en puertas y ventanas (detectores de rotura de cristas, sísmicos, etc.). Actualmente, los detectores volumétricos con doble tecnología son los más aconsejables, ya que detectan “calor en movimiento” –como una persona al desplazarse- y evita las falsas alarmas motivadas por otras fuentes de calor como radiadores, hornos, etc.
Fuente: ADT
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