El ruido, la suciedad y el alboroto las noches de los fines de semana permanecen en los bajos de Azca, cuando este fin de semana se cumple un año del asesinato a tiros de un adolescente dominicano en la misma calle Orense, una zona de ocio en la que se han reforzado las medidas de seguridad con la instalación de detectores de metales manuales en algunas discotecas.
MADRID
El ruido, la suciedad y el alboroto las noches de los fines de semana permanecen en los bajos de Azca, cuando este fin de semana se cumple un año del asesinato a tiros de un adolescente dominicano en la misma calle Orense, una zona de ocio en la que se han reforzado las medidas de seguridad con la instalación de detectores de metales manuales en algunas discotecas.
El crimen se produjo en la madrugada del 28 de agosto de 2009. Un joven dominicano de 17 años que buscaba un taxi cuando salía de una discoteca latina con tres amigos fue interceptado por una decena de chavales. Uno de ellos sacó una pistola y le descerrajó dos tiros, uno de ellos en la cabeza.
Tras el asesinato, los pocos taxis que circulaban las noches de los fines de semana en la zona han dejado de hacerlo y la afluencia de asiduos a las discotecas ha descendido. Por su parte, la Policía Nacional reforzó la seguridad en lugar.
Por su parte, las sesiones de discotecas latinas de Azca han aumentado su seguridad, sabedores de que la zona es centro neurálgico de reunión y ocio de miembros de estas pandillas. Entre dichas medidas destacan la utilización de detectores de metales portátiles, al estilo de los aeropuertos, con los que los controladores de acceso cachean a los clientes, así como la instalación de cámaras de seguridad.
Los detectores de metales en discotecas ya circulan en algunas macrodiscotecas españolas, la mayoría instalados después de un suceso violento. En Madrid, sólo se utilizan en algunas sesiones latinas en Azca y en la sesión de música negra de los miércoles de los miércoles de una discoteca de Callao, frecuentada también mayoritariamente por población de origen inmigrante.
Pero uno de los problemas de los porteros de los locales es que no tiene competencia para cachear o requisar un arma, por lo que, en caso de detectar alguna niegan el acceso a la sala y llaman a la Policía. Tampoco pueden retener al portador de la pistola, que generalmente huye cuando es detectado.
RUIDO Y BOTELLÓN
Mientras el incremento de la seguridad pública y privada ha hecho disminuir las situaciones de violencia en los alrededores de las discotecas de Azca, los problemas generados por el botellón, el ruido y la suciedad permanecen inalterables.
Así lo exponen las asociaciones vecinales de la zona, que señalan que existe "una gran preocupación" entre los residentes y las entidades comerciales distribuidas a lo largo de la calle Orense, algo que consideran consecuencia de la "dejación de funciones" de todas las administraciones.
En este sentido, señalan que siguen permitiendo altos niveles de ruido, destrozos urbanísticos y desechos que "han soportado hasta ahora". "Los bajos se convierten en nauseabundos urinarios, aceras con agujeros y baldosas rotas peligrosas para los viandantes", indicaron a Europa Press residentes en la zona.
1 Comentarios:
Olá, boa tarde! Os problemas de violência com a juventude são recorrentes em todos os países, em Brasil não é diferente, todo e qualquer País sem educação e saúde publica, que incluo ai também as Leis, isso vai continuar, devemos educar nossos filhos e assim amenizar esse tipo de violência. Muito bom o Blog, eu te saludo de Brasil
Arturo
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